Blog dedicado al crecimiento físico, mental y espiritual (si place). Inspirado por la Naturaleza. Procuro estar informado constantemente sobre todo lo que pueda hacerme mejor en todos los sentidos, entrenamientos, nutrición y pensamiento. A veces, escribiré alguna reflexión, ten paciencia. Pregunta cualquier duda que te surja sobre cualquier cosa y te prometo que algo responderé. Quiero aprender mucho, y la mejor forma de aprender es enseñar. Soy cabezólogo, así que sé de lo que hablo.
martes, 10 de mayo de 2011
¡PAYASO!
Todo el mundo dando voces.
Estás en el sitio donde se junta la gente, supuestamente para comentar cosas, afianzar las relaciones, es decir, socializarse (o sea, chuparse las pollas). Y resulta que todo el rato se oyen las mismas dos, o tres, voces de los dos, o tres, que NECESITAN ser el centro, tener el reconocimiento de la gente.
Esos dos, o tres, son ese tipo de gente que cuando tu vas a hablar o estas hablando, suben el volumen de la voz y/o aceleran el ritmo de la conversación, para seguir siendo ellos quienes llevan el control de la conversación (la voz cantante).
Esos mismos son los que constantemente preguntan a la gente qué tal estan, para (sin haber escuchado), y apenas han terminado de contárselo, se ponen ellos a contar su situación, o la última anécdota que les ha pasado.
Son los mismos que dicen tener muchos amigos (que si yo conozco a "nosequien" de "nosedonde", o a "nosecual" otro; que si mi amigo "fulanito" esto; pues tal es mi amigo; etc.), pero que muy pocos son de verdad.
También son los mismos que se creen que es gracioso hacer el mismo chiste 20 veces seguidas, aunque luego repitan constantemente refranes y dichos populares (como: "lo bueno gusta y lo mucho cansa").
Son los mismos que no te van a dar la razón a no ser que le caigas bien (es decir, que le rías habitualmente las gracias).
Básicamente, son los que definen "escuchar" como: "lo que pasa cuando el otro habla y yo estoy pensando lo que voy a decir".
Y es más que lamentable, cuando se juntan dos de ellos que quieren ser el único centro, y se enfrentan en un combate de gritos y anécdotas, supuestamente divertidas, y curiosidades y supuestos chistes.
Y tu, sin darte cuenta, caes en el supino error de querer entrar en esa dinámica. Es decir, o día tras día, te vas ganando, a base de falsedad y gritos, el favor de la gente y un puesto preferente en eso de ser el centro de atención; o te dedicas a reirle las gracias a los cabecillas.
Sin darte cuenta, estás siendo como ellos. Sin darte cuenta, estás lamiendo culos únicamente con la esperanza de que tu propio culo sea lamido alguna vez.
Sin darte cuenta, te estás convirtiendo en un ser patético, cuya existencia empieza a girar en torno a la opinión de una pandilla de pusilánimes envidiosos, y del reconocimiento que ellos te profesen.
Empiezas a soltar, inconscientemente, las proclamas que se han ido originando en esos círculos, como si fueran dogmas supremos.
Terminas generalizando ese comportamiento al resto de tu vida, y vas haciendo el imbécil a todas horas y en todos sitios (conduces a toda leche para llamar la atención, o pones la música a toda leche para llamar la atención, o llevas ropa llamativa para que te miren y te digan algo, o vas dando voces, o soltando tacos por todos lados, o te metes en conversaciones sin tener ni idea de lo que están diciendo, etc.).
¡¡PATÉTICO!!
No seas borrego, por favor.
Todo el mundo (o casi) tiene personalidad para ser un ser individual, y para tener su propia opinión sobre cualquier cosa. Que no pasa nada porque coincida con la de otro (u otros) individuos. Pero que sí que es malo cuando buscas que tus gustos y opiniones coincidan con los de otros, para poder entrar en su círculo.
Y, al final, te quieres convencer a tí mismo de que esos son, y han sido desde el principio, tus verdaderos gustos y pensamientos.
Si los demás dan voces, tu calla. Si los demás insultan, tu sonríe, porque el insulto es el recurso de los ignorantes. Si los demás hacen gracias, ríe solo si te parece divertido. Déjales hablar, y tarde o temprano, caerán en la trampa de su propia fanfarronería.
Pero nunca, intentes ser como ellos. Porque debes ser reconocido por tus actos, sin buscar reconocimiento. Si debes caer bien, que sea por dar tu verdadera opinión (les guste o no), por tener tus propios gustos (coincidan o no con los suyos) y por tener tus propios pensamientos (tengan o no que ver con los suyos).
Y, al mismo tiempo, y por supuesto, respeta siempre los auténticos gustos de los demás.
Sobre todo, rodéate principalmente (y, a ser posible, únicamente) de individuos que sean únicos y que sean fieles a sí mismos. Y, así, juntos, podréis fortalecer buestras propias individualidades.
No te conviertas en parte de esa masa de estupidez orgánica y envidiosa, denominada "gente".
No cambies, mejora.
Publicado por
AKUMA
en
11:04
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Etiquetas:
Pensamiento
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