lunes, 13 de junio de 2011

¡Descansa! ó "Be water, my friend"


Entrena mucho. Y te pondrás en forma.
Estudia mucho. Y aprenderás mucho.
Trabaja mucho. Y producirás mucho.
Come mucho. Y crecerás mucho.
Corre mucho. Y llegarás muy lejos.
...
Descansa poco. Y de nada servirá.

Uno de los aspectos menos tenidos en cuenta, en general, es la parte pasiva de las cosas.
Casi nadie te va a decir nunca lo importante que es el descanso. Lo importante que es el hecho de recuperarte.

Los músculos no crecen cuando entrenas duro, crecen cuando se recuperan de entrenar duro.
Los aprendizajes no se afianzan, crecen, prosperan, únicamente estudiando mucho. Crecen, cuando descansas tras estudiar mucho.
Los alimentos no te hacen crecer a base de comerlos mucho. Te hacen crecer cuando, al descansar, los asimilas y digieres correctamente.
Trabajando mucho, produces mucho (a veces, incluso te lo agradecen y, en los mejores casos, te lo pagan). Pero, si trabajas mucho, vives poco.
Cuando corres mucho, te acabas dando una hostia.

Está muy bien tener pasión por las cosas que te importan. Sentir la energía que te recorre por dentro y que te hace ser imparable. Notar ese impulso que parece que te abrasa por dentro y que te lleva a no poder parar de hacer eso que te tiene "poseído" (entrenamiento, estudios, dietas, proyectos, trabajos, etc.).

Pero, ¿sabes una cosa? básicamente, no puedes liarte a comprar muebles "a to estrozo", y no pararte el tiempo necesario para montarlos y colocarlos en su sitio. Y menos aun, adquirir los libros, ropa y objetos varios que vas a colocar en esos muebles, sin dedicarte el tiempo necesario a colocarlo. Sólo cuando tienes todo colocado, sabes la cantidad de espacio que tienes de verdad.

Los animales y los niños pequeños se pasan horas y horas durmiendo, y es por eso por lo que crecen tanto y tan deprisa.

Me sé una historia real, muy divertida (¡Jajá!):
Resulta que había una persona (o "ser", como quieras llamarlo) que, por naturaleza, era muy nervioso. Dormía poco y mal. Tenía muchas aficiones. No se aburría nunca, porque nunca podía estarse quieto y nunca podía dejar de pensar en muchas cosas al mismo tiempo. Siempre estaba nervioso y alterado, y muy a menudo, cabreado.
Para desahogarse, era adicto al ejercicio físico de alta intensidad. Entrenaba un día sí y al otro más.
Si tenía algún problema, o le sucedía alguna situación en la que podía tener el control, pues entrenaba más aún para desahogarse. Y, claro, dormía peor aún.
Pasó el tiempo, y, al final entrenaba, como mínimo seis días a la semana. Y se pasaba los siete de la semana con agujetas, calambres o fiebre, o todo junto.
Empezó a sufrir repentinos mareos muy gordos, que le duraban casi todo el día, o varios días.
Empezó, también, a sufrir dolores de cabeza bastante fuertes.
Además, le surgieron problemas complicados, que, para superar el nerviosismo que le producían, entrenaba más y más duro (y dormía peor, por supuesto).
Al final todo el mundo que le conocía estaba preocupado por él (ya que casi nunca había estado malo o enfermo). Así que le obligaron a ir al médico a hacerse pruebas.
Resultó que le encontraron una cosa rara en el corazón. Que le funcionaba distinto y, ante situaciones de estrés, se le descolocaba el ritmo.
Le prohibieron hacer esfuerzos durante un tiempo y tomarse las cosas con calma.
Este individuo, tubo que dejar el ejercicio extremo. Retomar el Yoga y el Chi-Kung, que había dejado de lado. Y aprendió a tomarse las cosas como venían y con calma.
Recordó cómo respirar correctamente. Como moverse correctamente. Cómo entrenar correctamente.
Aprendió cómo utilizar toda esa energía que le sobraba para cosas provechosas.
Aprendió a reirse de las cosas, porque aprendió a ver cómo eran las cosas DE VERDAD.
Aprendió a ver más allá. Más allá de los hechos. Más allá de los pensamientos. Más allá de la gente.
Aprendió a ver tan "allá", que dió la vuelta, en redondo, y volvió al principio.

Y aprendió a vivir.

Aprendió a fluir como el agua. Alrededor de los pequeños obstáculos. Y a través de los grandes. Aprovechando los trayectos fáciles para cojer impulso y superar los difíciles.

Tras un año, era bastante distinto. Seguía ardiendo por dentro, pero lo canalizaba y parecía tranquilo. Se hizo muuucho más fuerte en todos los sentidos. Y terminó teniendo un sentido del humor muy chungo.

La moraleja de todo esto: Deja que las cosas pasen a través de tí. Porque van a pasar, igualmente. Lo mejor que puedes hacer es pasar por debajo de ellas, tranquilamente. Ríete de todo. Aprende de todo.

Cada hostia que te pegas, te enseña algo más. Así pues, alégrate de cada hostia.

Y, sobre todo, aprende a relajarte.

3 comentarios:

  1. Desde hace poco sigo este blog y me parece muy interesante, a mi también me gusta el deporte de hecho estudio un ciclo formativo relacionado con ello, entre mis aficiones está la escalada.
    Hubo un tiempo en el que solo pensaba en superarme físicamente para rendir en la roca y hacía deporte solo para mejorar mi rendimiento hasta el punto en el que entre las clases, los estudios y el entrenamiento (muy monótono) llegaba el fin de semana que quería emplearlo en la roca y mi rendimiento era escaso, tuve que dejar el entrenamiento.
    Ahora entreno pero no me planifico entrenamientos, simplemente entreno para disfrutar y prepararme para rendir los fines de semana en la roca y mi rendimiento a aumentado incluso y físicamente me encuentro bastante bien.
    Es cierto, si algo he aprendido es que hay que escuchar a tu cuerpo, y sobretodo no hay cosa mejor que hacer que lo que a uno le apetece.

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    1. Te gusta la roca, eh!?
      Creo que tú también te has montado algunas cosillas en casa, no?
      Si es así, me gustaría que las compartieses.
      Gracias por participar y por intentar superarte!

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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