lunes, 21 de marzo de 2011

Convenciones y Tradiciones





O sea, CABEZONERÍA.

Sí, sí, no miréis para otro lado. Sabéis que todos vosotros tenéis un montón de supuestas certezas basadas únicamente en la cabezonería. Y todas ellas bajo el pseudónimo de "tradición" o algún otro nombre polivalente que usáis de forma indiscriminada (como Ley, Ortografía, Religión, etc.).
Esos nombres se han utilizado, y utilizan, constantemente para cometer las mayores injusticias de que te puedas imaginar (desde suspender a alguien en un examen que determinaría su futuro y el de su familia, hasta torturar animales en público, etc.), y todos tan contentos.

Cierto es que todos vivimos dentro de un contexto, del que, quieras o no, debemos aceptar (al menos hasta cierto punto) las normas. Pero, más cierto es que esas normas se han acordado por conveniencia de unos pocos, convenciendo a los demás de la necesidad y utilidad de las mismas. Date cuenta que, la mayoría de las leyes están basadas en los preceptos de la religión predominante.

Se ha demostrado que, como a todos los animales estúpidos, a los seres humanos básicos, o sea "gente", se les puede adiestrar para que sigan determinados pasos y actúen de determinadas maneras (mentir, es la forma más básica; seguro que te han dicho: "a veces hay que mentir"); por supuesto también, para que piensen de determinadas maneras, dejando totalmente de lado los procesos lógicos, o mejor aun, el sentido común, que les dice constantemente que lo que hacen no está bien.

Claro está que todo eso genera una tensión interna bestial, y lo explico:
Por un lado, te dicen desde bebé, qué es lo que está bien y lo que está mal (que, curiosamente, depende del momento y lugar en el que hayas nacido).
Por el otro lado, tu sentido común, la lógica, memoria genética (o como quieras llamarlo), te dicen que lo que te obligan a hacer está mal (o no es correcto o adecuado o equilibrado o armonioso O NATURAL).
Tu mente empieza a dividirse, en dos o más partes para poder gestionar cosas tan dispares a veces (y enfrentadas, a menudo), y para convencerte de que estás haciendo algo bueno.
Todo ello desemboca en una tensión generada por la necesidad interior de hacer lo correcto y la exterior de hacer lo que te han enseñado a pensar que está bien.
Esa tensión, o es canalizada o acaba saliendo, por sí misma, por donde menos te lo esperas.
Por supuesto, esta es una de las causas de la cantidad de trastornos de conducta, trastornos de personalidad y enfermedades mentales que aparecen, cada vez más, en las sociedades "desarrolladas" o "civilizadas".

¿Cuántos animales salvajes (o pueblos "salvajes") conoces con trastorno bipolar o anorexia?
Así pues, los beneficiarios de esas conductas se ven en la necesidad de enseñar también maneras de dejar salir esa tensión, ó de mantener distraidos a sus peones (modas, televisión, conflictos, deportes famosos). Ya lo hacían los emperadores romanos (y antes) y todavía sigue funcionando. Imagínate pues, que no solo se cometen los mismos errores, sino que se inventan nuevas maneras más espantosas y retorcidas de cometerlos.

Y ¿por qué, creéis que se consiente esto?
Simplemente, no se consiente, es un sistema que se mantiene por sí solo. Los que crean las normas, conocen la verdad, y se benefician de ella. Los que están convencidos de las normas, las aceptan de pleno sin pensar, ni siquiera un poquito, en que esas normas están hechas para esclavizarlos. Y luego están los que se camuflan y hacen como que aceptan las normas, pero conocen la verdad. Estos últimos, pueden beneficiarse en parte, de todo ello, si son capaces de tener presente, constantemente, cual es la verdad y por donde se sale de esa mentira.

Abre los ojos. Crece. Piensa en qué te dice tu interior (el de verdad, no el estómago). Vive en la realidad. No seas uno más, sé más que uno.

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